Cartel de Semana Santa 2020

Cartel de Semana Santa 2020

viernes, 23 de junio de 2017

Francisco de Ocampo, insigne imaginero (Parte II)

Siguiendo con el estudio de Francisco de Ocampo. En esta segunda entrega intentaré arrojar luz a las distintas obras del artista que aunque tienen rasgos y características típicas del autor no están debidamente documentadas por los expertos.

 
Comenzaré esta relación por el Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono, imagen de un crucificado realizado en madera de cedro con un estilismo manierista cercano al barroco nos hace pensar en situarlo en el primer tercio del siglo XVII, de autor anónimo aunque reiteradamente atribuido al artista que nos atañe, Francisco de Ocampo. Es una imagen estilizada sobre todo en las piernas, y de cabeza pequeña y hundida sobre el hombro derecho con un minucioso aunque no muy detallado trabajo en el pelo y barba. Presenta clara influencia montañesina. El paño de pureza de pliegues minuciosos deja al descubierto el costado derecho asemejándose a los modelos cordiferos de Juan de Mesa. Es destacable la similitud con el Cristo de la Vera Cruz de la Parroquia de La O de Sanlúcar de Barrameda.
 
El Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Sanlúcar de Barrameda, imagen prácticamente gemela de la anterior. Realizada en madera de cedro, policromada, y fechada en torno a 1620, y según los expertos es atribuible a la obra de Francisco de Ocampo.  Al igual que el Crucificado del Cerro, es una imagen de Cristo muerto con la cabeza hundida entre los hombros e inclinada hacia la derecha. Tiene el pecho hundido como corresponde a los Cristos sin vida, presenta un estudio pormenorizado de la anatomía con la musculatura bien definida. Se presenta desplomado, los brazos se encuentran convergentes al travesaño de la cruz. Y de nuevo coincide con el anterior en la disposición del paño de pureza,  usa el recurso mesino del cordón dejando el costado derecho al descubierto. La semejanza en el rostro con el anterior es prácticamente idéntica.
 
Nuestro Padre Jesús de la Salud, de la Hermandad de la Candelaria, que originariamente se atribuía al círculo de Pedro Roldan, y tras estudios comparativos con el Nazareno del Silencio de Carmona hacen afirmar con mayor fundamento que la autoría recaiga sobre Francisco de Ocampo, cronológicamente se sitúa en los comienzos del Siglo XVII. Imagen de talla completa como ocurre con el de Carmona, la semejanza también recae en la postura con las piernas semiflexionadas realizada en madera policromada y estofada en la túnica. Su tamaño es inferior al natural. Destacan el tratamiento de los paños con pliegues suaves y amplios. Tiene un regusto manierista, y destaca el rizado minucioso del pelo y barba.
 
Viendo tanto las obras documentadas de este genial artista, así como las que se le atribuyen, debió tener una trascendencia importantísima, este hecho le llevó a exportar su obra como ya vimos en el retablo de la localidad colombiana de Tunja. En las Islas Canarias, también se conserva una imagen de Cristo yacente en la localidad de La Orotava. Es una imagen de Cristo con los brazos articulados a la altura de los hombros, realizado en madera policromada, fechado a primeros del XVII. Forma parte del retablo del calvario.
Su cabeza reposa sobre el hombro derecho, una tónica como estamos viendo a lo largo de toda la obra del Villacarrillense. Los ojos aparecen cerrados y con ojeras propias de los cadáveres, los labios apenas abiertos nos ofrecen la idea de una expiración suave e intensa. Este Cristo procesiona en la tarde del Viernes Santo, en una urna de plata de estilo barroco, y   representa cada 5 años la escena del descendimiento.
 
En la localidad extremeña de Azuaga se relata una leyenda acerca de un Cristo que aunque fue encargado en Sevilla para la población de un Señor adinerado que pretendía donarlo a su ciudad natal, nunca llegó a ella, porque durante el viaje el Crucificado transportado en un burro robusto y fuerte, murió durante la noche cuando descansaba del viaje en el pueblo de Azuaga, sustituyóse el burro por otro, que también reventó a lo que se dedujo que la voluntad de Dios era que este Cristo permaneciera en la localidad construyéndose una ermita para cobijarlo en la misma posada donde pernoctaron para descansar el hombre encargado de transportar la Sagrada Imagen.
Historias aparte, este Cristo con la advocación del Humilladero, es un crucificado semejante al que se venera en la parroquia sevillana de la Magdalena, aunque algunos afirman que la autoría recae sobre Francisco de Ocampo, hay contradicciones en la fechas en que sitúan su hechura. Es otro Crucificado de la supuesta prolífica obra del maestro Ocampo, de bellas facciones, el tratamiento de la anatomía es exquisito, de nuevo nos encontramos ante Cristo muerto. Tiene influencia montañesina, concretamente el paño de pureza se asemeja al Cristo de la Clemencia que tallara Martínez Montañés, aunque también tiene sus rasgos en el dramatismo de la cara y en la minuciosidad del rizado de la barba.
 
 
La importancia de Sevilla a raíz de la ruta hacía las Indias, queda patente ante la riqueza de su patrimonio, así como de la “creación de un estilo” propio en lo que al arte nos referimos. De nuevo nos encontramos con un nuevo ejemplo de la importancia e influencia de la ciudad Hispalense. En la localidad tinerfeña de Los Silos, se venera un Crucificado de autoría anónima pero que tiene rasgos ocampianos indiscutibles. Su ejecución se sitúa en la primera mitad del Siglo XVII. Es una talla en madera policromada, de tamaño natural, la cabeza inclinada a la diestra, con aspecto sereno, recae sobre el hombro un bucle de minucioso relieve al igual que ocurre con la barba. La boca que aparece entreabierta, tiene el labio inferior inflamado, deja entrever los dientes superiores. La anatomía tratada con una rigurosidad extraordinaria, el sudario de amplios pliegues abandona el modelo mesino del cordón para sujetarlo con un gran nudo en el costado derecho. La herida del costado deja un reguero de sangre que mana hasta el muslo derecho, lo que ofrece cierto dramatismo. Es un claro ejemplo del “estilo sevillano” que mezcla el clasicismo y el realismo de la escena.

 
En la primera mitad del Siglo XVII, según los expertos se atribuye su fábrica a Francisco de Ocampo, parte desde Sevilla la talla de un Cristo de la Sentencia para la ciudad de Mámora, en Marruecos, para que fuese venerado allí por los españoles que tomaron para España esa ciudad. Más tarde esta bonita imagen es apresada por los sarracenos y rescatada por los Trinitarios y llevada a Madrid. Este brevísimo relato cuenta parte de la historia del Cristo de Medinaceli. Se trata de una imagen de madera tallada y policromada para vestir, tiene la cabellera tallada aunque tapada por una peluca de pelo natural, así como paño de pureza. De mirada dulce aunque dolorosa, que ofrece serenidad y paciencia, está algo encorvado por los azotes, y porta corona de Espinas.
 

 
La siguiente talla que traigo es la Virgen de la Expectación o de la O de la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta, es una imagen de talla completa realizada en madera policromada y estofada, se presenta de rodilla con las manos unidas en una clara postura de piadosa oración, un hueco, su rostro invita a la devoción con un semblante sereno y sonriente, en el vientre tiene un hueco en el cual se encuentra la imagen pequeña de un niño Jesús. Data de las primeras décadas del Siglo XVII y está atribuida al círculo de Ocampo, aunque algunos expertos hablan también de Juan de Mesa. Conserva la policromía original. La túnica de color rojizo, y el manto azul verdosos, estofados ambos en oro.
 
 
 
A continuación dos excelentes conjuntos escultóricos, atribuidos a Francisco de Ocampo que se encuentran en la ciudad cordobesa de La Rambla, ambos grupos están fechados en torno a la tercera década del 1600. Se trata de San José con el Niño y Santa Ana con la Virgen Niña. El primero se trata de una talla completa de madera policromada y estofada en oro, guarda excelentes similitudes con la de Villamartín en la provincia de Cádiz, y que ya estudiamos en la primera parte de este catálogo. Es una imagen del esposo de la Virgen en actitud itinerante, con el niño Jesús de la mano a la izquierda del Padre putativo. Porta en la mano derecha el callado brotado típico de las advocaciones Josefinas. Tanto la túnica del Niño como la de San José, presenta pliegues lechosos y de escaso movimiento, sin embargo la capa de San José, da al conjunto movimiento y airosidad al aparecer como si una ráfaga de viento la agitara. San José presenta un minucioso tallado del pelo y de la barba, siendo característico el tupé de influencia montañesina.
 
 
El segundo grupo escultórico es Santa Ana con la Virgen niña. También se presenta en actitud itinerante, llevando de su mano derecha a la Virgen niña, al igual que el anterior grupo, las imágenes son independientes, pero interrelacionadas. Se presenta a Santa Ana como una Señora en su etapa de madurez de rostro sereno, y mirada baja, como buscando la mirada de su Bendita hija, así mismo la Virgen dirige sus ojos hacia arriba a la izquierda. También está realizado este grupo en madera policromada y estofada en oro. Las túnicas de ambas imágenes presentan pliegues verticales de caídas suaves y lechosas. El manto de la Santa al igual que pasaba en San José es el que imprime al conjunto de dinamismo y movimiento. Ambos conjuntos escultóricos se encuentran en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de La Rambla, procedentes de la Iglesia del antiguo convento de los Trinitarios.
 
La siguiente obra es Nuestro Padre Jesús Nazareno, de la Hermandad del Silencio de la capital hispalense. Obra de un Nazareno de talla en madera policromada y de vestir, de claro estilo manierista, realizada en torno a 1611, atribuida a Francisco de Ocampo. Esta atribución es debida al razonable parecido con obras que si están documentadas  como el Nazareno carmonense y el Crucificado del Calvario. Representa a Jesús abrazado a la cruz, en esta ocasión la porta a la inversa, el brazo largo de la cruz hacia delante. El rostro es alargado y sereno, no muestra signo de tortura o dolor, realiza un contrapposto valiente cargando la cruz en el hombro derecho y girando la cabeza hacia el lado izquierdo.
 

 
Ya para finalizar este estudio de nuevo un crucificado, en este caso el Santísimo Cristo de la Salud de la Hermandad de la Carretería de Sevilla. Es una talla en madera de ciprés policromada, se enclava en el periodo manierista con influencias clara del clasicismo montañesino. Se data del primer cuarto del Siglo XVII. Tiene semejanzas obvias con el Cristo del Calvario aunque más matizado. Apunta a un leve contrapposto, y un mayor dramatismo. Se dejan ver vestigios góticos en el trabajo del pelo y en el paño de pureza, sujeto con un cordón y amplios pliegues dejando al descubierto la cadera derecha.
 
 
Fuentes:
Wikipedia
Cadizpedia
Sevillapedia
Web Hermandad del Cerro
Web La Hornacina
Blog cincho y chasca
efemeridestenerife.blogspot.com.es
martinez-carmona.es
Diario de Sevilla
Blog morado
mdc.ulpgc.es
Web Hermandad del Silencio
Web Hermandad de la Carretería
Web IAPH