En mis 36 años viviendo en nuestro querido pueblo de La Rambla, he oído muchas veces quejas de nuestros convecinos de que cada vez que se coloca mobiliario urbano, jardineras, macetas o jarras, fuentes... pronto aparecen destrozadas. Hoy me entero por un amigo que la Virgen de Fátima que está en su hornacina de la Calle Arco de la Villa ha sufrido uno de estos ataques. No es la primera vez que ocurre. Y digo yo, ¿Qué mal hace la Virgen para que venga un terrorista a maltratarla? Es que es una molestia que ya no digo por su carácter religioso, que puede que haya a quien no le guste, sino por su carácter de obra de arte. ¿Tampoco le gustará el arte? Lamento profundamente el escarnio que recibimos los católicos con estos ataques a nuestra fe. Seguro que el TONTO que lo ha hecho no tiene ni siquiera un argumento para ello. Penoso, así nos va...
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