Revisando la nómina de cofradías que conforman la Agrupación de Cofradías cordobesas y viendo las fechas de nacimiento de las mismas, se observa a simple vista que la Semana Santa se conforma por un gran número de hermandades que no atesoran en la mayoría de los casos el siglo de antigüedad.
Esto llama la atención aún más cuando en la casi totalidad de la comunidad andaluza la Semana Santa es una festividad muy arraigada y con varios siglos de antigüedad. Pero aún hay más, la Semana Santa de Córdoba no cuenta con procesiones que recorran sus calles en la "Madrugá" del Viernes Santo, así como tampoco en la Jornada del Sábado Santo.
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Retrato del Obispo Pedro Antonio de Trevilla, realizado tras su fallecimiento y basado en la mascara mortuoria del mismo. |
Pues bien, ahondando en estas curiosidades llegamos a dar con la figura del Prelado D. Pedro Antonio de Trevilla y Bollain Ahedo, Obispo de Córdoba.
Nace en Ranero en el Valle de Carranza en la provincia de Vizcaya en 1755 en el seno de una familia de hijosdalgos y es el tercero de cuatro hermanos. Realizó sus estudios de Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares en 1779. En 1783 se doctoró en Cánones, año en que comenzó a desarrollar las funciones de provisor, vicario general, visitador y promotor fiscal del Obispado de Astorga. En 1805 toma posesión de la silla de Osio como Obispo de Córdoba. Sirvió en la linea regalista que caracteriza su disciplina teológica estudiando la iglesia en todos sus aspectos, todos los regímenes, desde el napoleónico hasta el fernandino pasando por el constitucional, con una permanente insistencia a sus diocesanos para que se sometieran al acatamiento de las autoridades de turno.
Se dice del pastor diocesano cordobés que tenía carácter despótico, y como ya se ha mencionado anteriormente, se hizo célebre por su colaboracionismo con la ocupación francesa.
El 23 del mes de Enero de 1810, el Mariscal Claude-Victor Perrin entró con sus tropas en Córdoba ocupándola hasta 1812.
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Mariscal Claude-Victor Perrin |
La reacción del Obispo Trevilla durante la visita del impostor José I Bonaparte, el 26 de Enero de 1810, fue ordenar al clero que lucieran las mejores galas en la Catedral. En el primer templo de la diócesis el penitenciario Arjona declamó una oda, se le cantó el "Te Deum." El propio Obispo entregó las insignias perdidas en la batalla de Bailén y además de esto, nombró a un canónigo francés, celebró oficios religiosos con motivo de las onomásticas de Napoleón y su hermano José, y como colofón de esta sumisión entregó un millón de reales para sufragar los gastos que acarreaba la guerra, estando así convencido de aportar ese estipendio al bando ganador.
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José I Bonaparte. Retrato de Roberto Lefevre |
Ésta actitud ni que decir tiene que fue tónica general en la sociedad cordobesa de la época, ya que estaba de manera muy reciente la sanguinaria actuación del ejercito galo en la ciudad.
Carta pastoral del Obispo Trevilla exhortando a la feligresía el sometimiento al monarca impostor José I Bonaparte
Pasado este tiempo el Obispo cordobés no desatendió su obligación pastoral, con numerosas epístolas dirigidas a su grey. Así, en una carta pastoral con motivo del Real Decreto de 9 de octubre de 1814, se dirige a los fieles exhortándolos a practicar los mandamientos de la Ley de Dios y a abandonar las prácticas poco piadosas y alejadas de las buenas virtudes que la Santa Iglesia proclama, practicar la caridad en el más amplio sentido de la palabra.
En esta misma carta Trevilla insta al pueblo a rendir obediencia al Rey, y lo hace con estas palabras (cito textualmente): "El Rey, hermanos mios, no debe considerarse como una persona particular; es un personage público, en quien está todo el estado, y todo el Reyno, y en quien está encerrada, y comprehendida toda la autoridad, y toda la voluntad del pueblo." Sigue a continuación diciendo " De el Rey dimana toda la autoridad que exercen los tribunales, los magistrados, y todas las personas destinadas á conservar la tranquilidad, y el orden público." Más adelante llega a decir " La muerte o la falta del Rey es siempre una calamidad pública, y la mudanza freqüente de ellos es un castigo para el pueblo." Y continúa afirmando "Ni creais, hermanos mios, que puede separarse el amor al Rey del amor á la patria..." Llegando a explicar a los feligreses las virtudes del rey con las siguientes palabras " Con particular complacencia me detendria en desenvolver mas esta obligacion que todos tenemos de amar, y obedecer al soberano, si no estuviese bien convencido de que las ocurrencias de los años anteriores por una parte, y por otra el caracter de bondad, piedad sólida y sabiduría de nuestro actual, y deseado soberano el Señor Don Fernando VII".
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Carta Pastoral del Obispo Trevilla, fechada el 29 de diciembre de 1814. |
Como puede darse cuenta, querido lector, nuestro Obispo según su manera de obrar, posee una capacidad camaleónica para adaptarse a las circunstancias políticas de cada momento.
Durante este periodo Trevilla insta a los arzobispos, obispos y párrocos para que enseñasen decoro, compostura y veneración de los fieles en los templos y en las celebraciones litúrgicas, virtudes que se habían relajado durante la contienda con el pueblo galo.
Según el profesor de la Universidad de Córdoba D. José García-Cuevas Ventura, el cabeza de la diócesis cordobesa estuvo siempre apoyado, aconsejado y asesorado por la curia hasta que se rompió esta armonía en el año 1817 debido al nuevo reglamento administrativo de las rentas decimales del cual salió airoso al asumir el mismo toda la responsabilidad. Asimismo supo capotear distintos lances con asombrosa habilidad gracias a su temperamento pacífico. Con intención de limar asperezas con la curia catedralicia, regaló un precioso frontal realizado en plata y bronce para el Altar Mayor de la Catedral.
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Frontal del Altar Mayor de la Catedral de Córdoba donado por el Obispo Trevilla |
Esta mesa de altar data de 1816 y realizada por los talleres Martínez de Madrid, y vino a sustituir la de plata que regaló el Cardenal Salazar y que fue expoliado por los franceses durante su ocupación.
Es el Obispo Trevilla un ferviente cumplidor de sus obligaciones pastorales con su diócesis, es por ello que hizo durante su episcopado innumerables visitas pastorales a las distintas localidades que a ella pertenecía.
En la primera visita que hizo a Lucena en 1807 comprueba que las celebraciones tradicionales de la Pasión, Muerte y Resurrección del Redentor no se suelen practicar con la seriedad que el tiempo litúrgico de Semana Santa requiere. Es por ello que ya entonces recoge en el undécimo mandato lo siguiente: "...Como los misterios que celebra la Iglesia nuestra Madre en la Semana Santa son los que únicamente deben expresarse en las procesiones de ella para que tengan aquella conformidad que deben tener los oficios eclesiásticos de la religión, representando al Pueblo Cristiano la Pasión y Muerte de nuestro Redentor Jesucristo y, las Angustias de nuestra Madre María Santísima, es consiguiente que sólo las imágenes sagradas por sus bendiciones u otras efigies destinadas para el uso y aplicación cristiana de esta parroquia a representar cosas sagradas pueden permitirse en las procesiones santas, pero que de ninguna manera puede consentirse que los símbolos de ellas se coloquen en hombres, muchachos y niños que, por sus caracteres y cualidades personales, atraen la atención de quien los miran y debilitan y confunden..." Llegando a la conclusión ya en esos años a lo que se recoge en el mismo documento: "...encargamos estrechamente a nuestro Vicario, curas y predicadores hagan ver en sus sermones y conversaciones particulares la obligación que tenemos todos de observar esta determinación conforme en todo a la de la iglesia y del Consejo de la nación."
Tras ésta visita a Lucena y otras localidades cordobesas y habiendo recabado información fehaciente de la celebración de la Semana Santa en la provincia, decide comunicar con la Chancillería de Granada para que ante los desmanes que se producían en estos días santos, esta Real institución tomara cartas en el asunto y actuara en consecuencia.
En el referido undécimo mandato, el obispo Trevilla se dirige contra la "humanización" de la conmemoración pasionista, es decir, contra la representación por parte de personas de los misterios de la Pasión de Cristo, éste sería el primer paso conocido en su particular cruzada contra las celebraciones tradicionales semanasanteras que culminaría con el famoso Reglamento de 1820.
Estamos inmersos en el sexenio absolutista, y el Obispo cordobés prolífico en visitas pastorales a las distintas localidades de la provincia, continúa con la particular cruzada contra lo que el consideraba desviaciones de lo que debía ser la celebración de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
En 1816 envió
una carta al Real y Supremo Consejo dando cuenta de sus prohibiciones
encaminadas a reformar los abusos que se cometían en las procesiones de Semana
Santa y de la ineficacia de las medidas que se habían tomado, en parte principal por
la resistencia de las autoridades locales a poner medios a todas luces
impopulares, conclusión que ya había comprobado en 1807 con sus primeras disposiciones al respecto.
Con estas circunstancias llegamos al año 1820 y en el mes de Febrero el día 23 ve la luz el decreto por el cual reduciría las procesiones a un sólo desfile en la tarde del Viernes Santo. Este decreto, que a continuación se trascribe, fue aprobado por el consejo de Castilla y consta de 20 artículos:
"Artículo 1°.
Todas las Procesiones de Semana Santa de la Ciudad de Córdoba y demás pueblos
de este Obispado quedan reducidas a una sola, y esta se celebrará en la tarde
del Viernes Santo.
Artículo 2°. [Se
trata de una disposición particular para la ciudad de Córdoba].
Artículo 3°. En
los pueblos del Obispado ha de salir esta Procesión de la Parroquia después de concluidos los divinos oficios, y sus respectivos Vicarios fijarán la carrera
que debe llevar, en términos de que cómodamente pueda volver a la Parroquia al
ponerse el sol. En donde hubiese dos o más Parroquias los Vicarios designarán aquella
que por todas circunstancias sea más a propósito para formar la Procesión, y disponer
la carrera que debe llevar.
Artículo 4º. Se
sacarán en ella los pasos de la Oración del Huerto, el de Jesús atado a la
columna, Jesús Nazareno, Jesús Crucificado, el Santo Sepulcro y Nuestra Señora
de la Soledad.
Artículo 5°. En
los pueblos en donde no hubiere todos estos pasos se sacarán los que haya de
ellos y ninguno otro.
Artículo 6°.
Cuando en la Iglesia Parroquial en donde se ha de formar, y de donde ha de
salir la Procesión no hubiese todos los pasos referidos, y los que falten estuviesen
colocados en otras Iglesias o Ermitas del mismo pueblo, deberán conducirse desde
estas a aquella privadamente y con el mayor decoro en la mañana del Viernes después
de concluidos los oficios Parroquiales, cuya diligencia practicarán los hermanos
de las cofradías respectivas de acuerdo con el Vicario Eclesiástico.
Artículo 7°. Se
formará la Procesión por el orden de efigies que van expresadas, sin que haya preferencia
alguna entre las hermandades, mediante a que cada una ha de acompañar
alumbrando el paso que saca.
Artículo 8º.
Todos los hermanos de las Cofradías han de usar del traje común y ordinario que acostumbran, aunque siempre con la mayor decencia posible.
Artículo 9°. En
los pueblos en donde el número de Eclesiásticos llegue a veinte, será conducido
el Santo Sepulcro por Sacerdotes y ordenados in Sacris, las demás
efigies las conducirán sus hermandades respectivas nombrando los hermanos que
lo hayan de hacer.
Artículo 10°.
Todos los vecinos que quieran asistir a la Procesión alumbrando han de ir
precisamente vestidos de su traje común y decente, y delante de la primera efigie.
Artículo 11°.
Asistirá a esta Procesión todo el Clero de cada pueblo presidido por su Vicario
Eclesiástico.
Artículo 12º. Se
cantará en ella el Salmo Miserere con la sencillez y gravedad correspondiente y
alternando por coros, sin permitir otros instrumentos que los bajos.
Artículo 13°. No
se permitirá el uso de Palio alguno.
Artículo 14°.
Asimismo no se permitirá que las efigies lleven vestidos que no sean propios y
correspondientes a la gravedad y decencia y a la seriedad del paso que representan,
ni alhaja alguna de piedras, oro, plata, peinado, ni otro ornato que desdiga por
cualquier respeto.
Artículo 15°.
Concluida la Procesión en la Parroquia cada hermandad devolverá al sitio
acostumbrado la efigie que haya conducido, procurando la mayor decencia, decoro
y respeto.
Artículo 16°.
Quedan suprimidos los pasos del Descendimiento, el de los Apóstoles,
Discípulos, Ángeles, Sibilas, Virtudes, y todos aquellos que sean distintos de los
expresados en el artículo 4°.
Artículo 17°. No
se permitirán en adelante túnicas, caperuzas, morriones, soldadesca, ni
distinción alguna que pueda llamar la atención.
Artículo 18°.
Asistirá a esta Procesión la Real Justicia de cada pueblo con arreglo a lo
prevenido en las leyes del Reino, y por lo mucho que importa a la solemnidad de
este acto religioso, y para proteger y conservar en él el debido orden y la tranquilidad
pública".
Artículo 19°.
[En él se hace referencia al contenido de otros artículos de este Reglamento y
a la finalidad devocional y de contemplación de los divinos misterios].
Artículo 20°.
[En él se especifica que el Reglamento debe ser aprobado por el Real Consejo.
Este artículo no debería figurar en el Reglamento, puesto que éste viene precedido
por una introducción donde se indica la aprobación del citado organismo estatal]."
En este punto se puede sacar una conclusión bastante clara. En casi todas las localidades cordobesas existen pasos que representan los pasajes de la pasión que se recogen en dicho decreto y muchas de estas cofradías se fundan en estas fechas quizás motivadas por la negativa de poder procesionar con otros pasajes de la pasión.
Viendo lo estricto del decreto y lo encorsetado del mismo se puede llegar a pensar que en la provincia, donde las influencias episcopales eran más laxas, estas normas se fueron diluyendo contando con la connivencia de las autoridades eclesiásticas y civiles que seguramente no estarían exentas de la presión popular propia de cada localidad por mantener sus tradiciones más arraigadas. No así ocurría en la capital donde la presencia del primer pastor diocesano dificultaba el incumplimiento de la normativa.
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General Pierre-Antoine Dupont |
Ni que decir tiene que el estado ruinoso y de miedo que dejó el General galo Pierre-Antoine Dupont en la sociedad de la Córdoba de la primera década del Siglo XIX, afectó sobremanera a las cofradías de la Ciudad a las cuales saquearon de forma violentísima como describe el historiador Ortí Belmonte en su tratado sobre la Guerra de la Independencia. Este hecho histórico dejó a las cofradías muy mermadas tanto en el plano patrimonial como en el humano, es decir, fue la puntilla para algunas corporaciones que tras un letargo paulatino desde los últimos años de la centuria anterior vino a hacer desaparecer prácticamente a la gran mayoría de hermandades penitenciales.
Pues bien, hasta aquel año las cofradías realizaban sus salidas procesionales en los días que tradicionalmente venían haciendolas. Para hacerlo un poco más fácil, seguiré el orden en el que procesionan actualmente en la Semana Santa Cordobesa.
-Hermandad del Huerto:
Es una de las que conformaban el cortejo de la procesión oficial permitida por el decreto de Trevilla. Se funda allá por el Siglo XVII, siendo sus titulares el Señor de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de Loreto teniendo su sede canónica en la Parroquia de San Nicolás de la Axerquía.
En el Siglo XVIII ésta cofradía se traslada al convento de los franciscanos, Iglesia de San Francisco y San Eulogio, donde se fusiona con la Hermandad del Señor de las Penas, advocación ésta del Señor amarrado a la columna.
Al final de ésta centuria, en el seno de la cofradía, comienzan a presentarse problemas que llevan a procesionar por última vez en la tarde del Jueves Santo en 1797, lo que conlleva un vertiginoso descenso de la nómina de hermanos cofrades.
Con la llegada de la Ilustración a la Iglesia cordobesa, el obispo Cebrián sienta las bases de esta corriente de pensamiento que desemboca en las primeras décadas del Siglo XIX y bajo el mandato del Obispo Trevilla llega de su mano el decreto objeto de estudio de este artículo e incluye en el cortejo de la procesión oficial del Viernes Santo a los dos titulares, el Señor de la Oración en el Huerto y el Señor amarrado a la columna.
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Señor Amarrado a la columna por la Plaza del Potro |
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Señor de la Oración en el Huerto en el Patio de los naranjos de la Catedral |
-Hermandad del Cristo del Amor:
Es una de las damnificadas por el decreto de 1820 promulgado por el Obispo Trevilla.
Tiene origen en el Siglo XVII en la antigua ermita de San José de la plaza de la Magdalena en torno a la imagen del crucificado de tamaño algo menor al natural y hacía Estación de Penitencia en la tarde del Viernes Santo, en su cortejo se incorporaban a sus filas casas aristocráticas cordobesas, así como algunos de los gremios artesanales de la ciudad.
Procesionaban junto al crucificado las imágenes de la Virgen Dolorosa, San Juan Evangelista, la Santa Mujer Verónica, San Dimas y Gestas (el mal ladrón) y con el paso del tiempo acaban fusionándose con las otras dos existentes en el mismo templo, la de San José y la de San Nuflo. Esta incorporación no imprime el revulsivo necesario y poco a poco la hermandad va en declive hasta su desaparición en 1820 tras la publicación de la ordenanza de Trevilla, en la que esta hermandad no podía participar en la procesión oficial del Viernes Santo.
Tras la desaparición de la Cofradía su sede canónica es cerrada al culto.
A mediados del Siglo XX y gracias al impulso del Obispo Fray Albino se funda una nueva cofradía y como titular es tomado este crucificado y trasladándose a la nueva iglesia de San José Divino Obrero de la barriada del Cerro.
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Misterio del Cristo del Amor por el Puente Romano, año 1973 o 1974 |
- Hermandad del Rescatado:
La Hermandad del Señor de Córdoba nace en el Siglo XVIII en el año 1713 coincidiendo con la hechura de la talla del Señor Rescatado por Díaz Pacheco.
Desde su fundación, la cofradía pasa etapas de plenitud alternadas por periodos de crisis sin que esto signifique que se pierda la devoción en Córdoba por esta advocación del Señor. En 1812 tras varios años extinguida, y tras la barbarie francesa y la exclaustración de los trinitarios, la imagen se traslada a otro templo llegando a procesionar en el cortejo de la Hermandad del Buen Suceso de San Andrés.
Fallecido el obispo Trevilla ya en el último cuarto del XIX se incorpora de forma intermitente al cortejo de la procesión del Santo Entierro.
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Ntro. Padre Jesús Rescatado en el antiguo paso. Década de los 50. |
-Hermandad de la Vera-Cruz:
Se funda en el año 1536, en el convento franciscano de San Pedro el Real, hoy parroquia de San Francisco y San Eulogio y sus titulares eran un crucificado con la advocación de Cristo de las Maravillas y una Dolorosa bajo el titulo de Nuestra Señora del Milagro.
La comitiva de ésta cofradía ponía rumbo a la Catedral haciendo estación de penitencia la tarde del Jueves Santo, con un cortejo formado por hermanos disciplinantes y de luz.
En el Siglo XVII participaban en la procesión cuatro pasos, a los dos indicados anteriormente, se unían el de la Santa Cruz y el de San Juan.
Al final de la centuria del XVIII hay un declive en la corporación agravado en los primeros años del Siglo XIX, fundamentalmente por las exclaustraciones y al pillaje de las tropas del general Dupont, unido a las ideas ilustradas del Pastor diocesano y al edicto promulgado en 1820. Esto lleva a la desaparición de esta cofradía que no se refundará hasta la década de los años 80 del Siglo XX.
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Posiblemente imagen del Santísimo Cristo de las Maravillas, según estudios de D. Juan Aranda Doncel. Retablo Mayor de la Parroquia de San Francisco y San Eulogio. |
-Hermandad del Calvario:
Surge en la Parroquia de San Lorenzo en 1722 con la aprobación del Obispo Siuri y su primera denominación fue Hermandad del Vía Crucis Calvario y Santo Sepulcro.
Al año siguiente el fraile trinitario Fray Juan de la Concepción talla la imagen del Nazareno y tras su bendición el obispo, concede indulgencias con el objeto de fomentar la devoción hacía la bendita imagen.
Ya a finales de este siglo comienza el declive con el denominador común que hemos comentado en otras cofradías, los hechos acaecidos durante la invasión napoleónica. A pesar de dicho perjuicio la cofradía a duras penas consigue mantener el culto, hasta la promulgación del decreto de Trevilla que prohibe el tradicional Via Crucis al Calvario que se encontraba en el Marrubial.
En la época moderada del reinado de Isabel II vuelve a revivir días de esplendor llegando a procesionar, alentada por la corporación municipal, el domingo 6 de abril del año 1851 y posteriormente se incorpora al cortejo de la Procesión Oficial del Viernes Santo, a pesar la mínima actividad por parte de la hermandad.
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Nuestro Padre Jesús del Calvario en el encuentro con su Madre en la Vía Sacra. |
-Hermandad del Nazareno:
Fundada en el Hospital de San Bartolomé en el año 1579, sus reglas serán aprobadas en ese mismo año por el obispo Fray Martín de Córdoba y Mendoza y estas normas serán las que rijan a la cofradía hasta el Siglo XIX que se redactarán unas nuevas que serán sancionadas por la Reina Isabel II.
En el Siglo XVII goza la hermandad de gran esplendor adoptando la estética barroca e incorporándose la aristocracia cordobesa a la nómina de hermanos y realiza su salida el Viernes Santo.
La obra de caridad ejercida en el hospital de los pobres recibe un gran revulsivo con el Padre Cristóbal de Santa Catalina, esto unido a la incorporación del gremio de escribanos, hace que el cortejo gane en realce, realizándose unas ricas andas de plata y los pasos de San Juan, la Magdalena, y la Verónica.
Pero todo este apogeo va decayendo a lo largo del Siglo XVIII, hasta que en los años 50 las diferencias internas existentes hacen que el colegio de escribanos retire su apoyo y a la hermandad le cuesta cada vez mas trabajo reunir el dinero necesario para sacar la cofradía, se da la paradoja, de que aunque el exorno de la cofradía es muy lujoso esta no tiene recursos para poder llevar a cabo la procesión.
Este hecho motivó que ya en 1793 deje de salir y no vuelve a hacerlo hasta mediados del Siglo XIX, por tanto cuando se publicó el decreto que suprimía las procesiones de Semana Santa, esta cofradía llevaba casi 30 años si procesionar.
Más tarde la hermandad vuelve a reorganizarse de la mano del Marqués de Almodóvar y comienza a participar en la Estación de Penitencia del Santo Entierro. Tras este breve periplo de participación la escasez de cofrades provoca su extinción definitiva.
Durante el Siglo XX la hermandad tiene varios intentos de reorganizarse, pero no es hasta la década de los 70 cuando se consolida la reorganización que llega hasta nuestros días.
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Nazareno de Córdoba. Año 2005 |
-Hermandad de Jesús Caído:
Para analizar ésta cofradía hay que remontarse a 1676, la llegada de la Imagen al convento carmelita despierta gran fervor y son muchos los que acuden a presentar sus plegarias a pesar de lo alejado del Convento de San Cayetano.
Casi un siglo después, en 1765, se funda la cofradía pero no es hasta la tarde del Jueves Santo de 1779 cuando la hermandad realiza su primera estación de penitencia en la que también acompaña a la procesión la Virgen del Mayor Dolor.
Es en ésta época cuando la hermandad goza de popularidad siendo una de las más importantes de la jornada, junto con la cofradías de Jesús Humilde del convento de la Merced, Jesús de la Sangre del convento de la Victoria, el Santo Crucifijo de la Magdalena, Jesús del Huerto de la parroquia de San Nicolás de la Axerquia, la Vera Cruz del convento de San Pedro el Real.
Con la llegada del ejercito napoleónico se suspenden las procesiones y no se vuelven a recuperar hasta que se expulsan a los franceses de España.
En 1818 durante el desfile procesional se suceden desavenencias entre los cofrades quedando las imágenes abandonas en la calle y es la comunidad carmelita ayudados por devotos, quienes devuelven la imágenes al templo y este hecho provoca la disolución total de la cofradía. Aunque en los siguientes años la procesión se sigue celebrando organizada por el colegio de escribanos, esta situación se agrava con la publicación del decreto de 1820 que suprimía las procesiones y hasta 1851 no se reorganiza la cofradía participando del Santo Entierro.
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Fotografía de Nuestro Padre Jesús Caído. Año 1900 |
-Hermandad del Cristo de la Caridad:
Es la hermandad más antigua de la capital. Fundada en el Siglo XV su fin originario era socorrer a pobres y desvalidos así como dar protección a huérfanos y viudas.
A lo largo de su dilatada existencia pasó por periodos de prosperidad así como por etapas de declive. Es en 1603 cuando llega a la Hermandad la imagen del Señor de la Caridad y en 1671 se incorpora la talla de la Virgen, obra que se cree de José de Mora teniendo como advocación el nombre de Dolores.
En el último tercio del Siglo XVIII, la cofradía está con dificultades y deja de realizar cultos para destinar la totalidad de los ingresos a las obras de caridad. Así de esta forma llega hasta la época decimonónica decayendo su actividad sufriendo graves reveses tras la invasión francesa y el decreto de Trevilla, centrando su actividad en cultos internos y atención a los pobres.
Aunque con una actividad bastante diluida, esta hermandad ha perdurado durante cinco siglos, es en 1939 cuando se produce la refundación tomando más relevancia las actividades cultuales y culturales, pero no desatendiendo el fin originario de la cofradía.
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Stabat Mater. Señor de la Caridad y la Virgen de los Dolores. Año 1939. |
-Hermandad del Cristo de Gracia:
El popular Esparraguero, se funda en el siglo XVIII concretamente en 1736, tras casi un siglo después de la llegada del crucificado al templo trinitario.
Desde su llegada a Córdoba, la imagen despertó gran fervor entre los vecinos de la collación y se extendió al resto de la ciudad.
Antes de la fundación de la cofradía, la sagrada imagen protagonizó varias salidas procesionales en rogativas de lluvia, en 1809 por la liberación del monarca Fernando VII secuestrado por el ejercito de Napoleón, y la retirada de las tropas extranjeras.
Durante el primer tercio del Siglo XIX la hermandad sufre la vicisitudes de la invasión gala y los saqueos perpetrados por la soldadesca desemboca en la ya mencionada procesión de rogativas.
Debido a la exclaustración ordenada por José I las imágenes son dispersadas en distintas iglesias. Años más tarde recobrada cierta normalidad y con el regreso de los religiosos, se organiza una procesión para volver a los titulares a la iglesia trinitaria.
Con el decreto de 1820 la cofradía queda excluida de la única procesión permitida, aunque en el año de 1825, Año Santo promulgado por el Papa León XII, la hermandad sale en rosario público para ganar las indulgencias.
En 1835 con una nueva exclaustración, la hermandad cae en una profunda crisis en la que solo se atendían los cultos y apenas existía actividad cofrade.
Con la recuperación de la procesión oficial por parte del Ayuntamiento, el Cristo de Gracia es invitado a participar en ésta, haciéndolo incluso sus hermanos revestidos con túnicas.
A finales del XIX deja de participar tras la extinción de la cofradía y resurge de forma intermitente hasta afianzarse tras la contienda civil española.
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Cristo de Gracia a finales del Siglo XIX sobre el paso que sufragó el Ayuntamiento. |
-Hermandad de las Angustias:
Se funda en 1558 en la capilla de la Magdalena del Convento de San Agustín y realizaban su Estación de Penitencia en la tarde del Viernes Santo finalizados los oficios.
El cortejo lo formaban disciplinantes, clérigos que cantaban el miserere y letanías, autoridades civiles y frailes de la comunidad dominica.
La hermandad se asienta y goza de un gran prestigio y llegado el Siglo XVII, la institución disfruta de una etapa de gran esplendor. En 1628 llega a Córdoba la portentosa imagen de Nuestra Señora de las Angustias del insigne maestro escultor Juan de Mesa y Velasco. Pero toda esta etapa de bonanza se torna a finales de siglo y deja de procesionar por la falta de recursos, circunstancia que se prolongará hasta mediados del Siglo XVIII.
A pesar de las corrientes ilustradas de la curia cordobesa, la cofradía goza de cierta vitalidad sustentada en la arraigada devoción y popularidad de la hermandad. Con la invasión francesa en 1810 se ven obligados a trasladarse a San Nicolás de la Villa hasta 1815 que regresan a San Agustín, pero una vez mas la expulsión de los religiosos del cenobio, así como la imposición de la procesión única del Viernes Santo, provoca un decaimiento hasta mediados de siglo que con la incorporación a la procesión del Santo Entierro revitaliza su actividad y así continúa hasta entrado el Siglo XX con altibajos procesionando la tarde del Jueves Santo.
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Histórica procesión de la Virgen de las Angustias en 1936. |
-Hermandad de la Virgen de los Dolores:
Comienza su andadura allá por las postrimerías del siglo XVII cuando comienza a difundirse por la ciudad dicha advocación y es en 1699 cuando se solicita la creación de la Congregación de la Orden Tercera Servita, que es aprobada por el prelado cordobés en 1707 y tiene su sede en el Hospital de San Jacinto.
Años más tarde en 1713 entra en crisis por falta de cofrades y en 1717 se funda una cofradía entorno a esta advocación con el fin de rezar el Rosario. En la cuaresma de ese año la cofradía realiza rosarios públicos los Domingos y ante la expectación que despierta, la hermandad decide encargar a Juan Prieto la hechura de una Dolorosa que es rechazada por no reflejar los rasgos propios de la advocación, dos años más tarde el mismo autor entrega la actual imagen.
Debido al auge de esta cofradía la congregación servita solicita la fusión para lograr revitalizar su actividad. En 1719 se lleva a cabo esta fusión y años más tarde por desavenencias con el capellán del hospital, se fractura este hermanamiento. Entonces la cofradía rosariana abandona San Jacinto sin conseguir llevarse la Dolorosa que queda en manos de la congregación servita que continúa con los problemas de décadas anteriores.
En 1746 se produce la reorganización retomando los cultos a la Santísima Virgen: septenario, Viernes de Dolores y procesión del Domingo de Ramos, pero la situación de bonanza va en declive agravándose esta situación con la llegada de las tropas napoleónicas, llegando incluso a desaparecer la procesión por falta de medios económicos.
Con la expulsión de los franceses procesiona de nuevo en 1813 pero sin continuidad en los años siguientes. Aún así si se mantiene los cultos con gran solemnidad y con asistencia de devotos de forma masiva.
Esta gran devoción que despierta la Santísima Virgen motiva que sea incluida en la Procesión Oficial del Santo Entierro decretada por el Obispo Trevilla. En el último cuarto del Siglo XIX alterna salidas el Domingo de Ramos y el Viernes Santo.
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Nuestra Señora de los Dolores. Década de los años 30 del Siglo XX |
-Hermandad del Santo Sepulcro:
Nace en el último tercio del Siglo XVI en la ermita de la Vera-Cruz donde se erigía el convento carmelita.
En 1573 se aprueban las primeras reglas. Cobra un gran auge y el acto principal es la procesión de disciplinantes en la tarde del Viernes Santo.
Al marcharse los carmelitas al Convento de Puerta Nueva, se plantea la construcción de un nuevo templo y además se aprovecha para realizar una nueva imagen de la Bendita Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de las Penas, que vendría a sustituir la anterior advocación que era Angustias o Quinta Angustia.
A lo largo del siglo XVII la hermandad goza de una vida muy saludable lo que lleva a dar mayor boato y solemnidad apoyándose en el barroco. La presencia de la cofradía en la sociedad cordobesa gana gran prestigio, de ahí que las autoridades civiles y eclesiásticas engrosan las filas de hermanos en la procesión del Viernes Santo.
Gozando del gran esplendor cosechado durante la centuria del 1600 llega al Siglo XVIII donde se incorpora el gremio de los escribanos provenientes de la cofradía nazarena. Este gremio da un mayor impulso a la cofradía ya que ayuda a solucionar la precaria situación económica, el sostenimiento de la corporación corre a cargo de este gremio y continúa así hasta el Siglo XIX.
Durante las dos primeras décadas del Siglo XIX, salvo los años de la ocupación gala, la hermandad tiene una actividad de cierta normalización. Con el decreto de Trevilla la cofradía disfruta de cierto favor, pero aún así, la supresión de la Semana Santa también pasa factura a esta hermandad. Además a esto se le une la desmantelación de la orden carmelita con la exclaustración de 1835. De esta manera los titulares de la cofradía llegan a la parroquia de la Compañía, parroquia ésta desde la que se organiza la procesión que decreta el pastor diocesano Trevilla.
Los altibajos de la situación política del momento afectan a la hermandad hasta el punto de que a partir de 1864 no se recoge en documentación alguna actividad en el seno de la institución.
Durante el Siglo XX la hermandad tiene varios intentos de reorganización los cuales fracasan al no existir tradición cofrade extinguida con la supresión de las procesiones.
En los años 40 del Siglo XX desaparece definitivamente y no resurge hasta 1973 con la aprobación de las reglas del Obispo Cirarda, y desde ese momento va remontando vitalidad y fervor hasta el presente.
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Paso de la urna del Santo Entierro tras la contienda civil española. |
-Hermandad del Resucitado:
Sus orígenes están en el año 1562 y sus primeras reglas son aprobadas en 1585.
La cofradía del Resucitado y las Ánimas Benditas goza de gran popularidad en el barrio de Santa Marina, donde las fiestas de pascua son dignas de admiración no solo de sus vecinos sino de la ciudad entera.
Como todas las anteriores cofradías esta tiene también periodos de esplendor y etapas de crisis pero estas circunstancias no impidieron que se celebrasen con una continuidad casi constante las fiestas de pascua en la hermandad de los piconeros.
Ya en el Siglo XIX en el año 1821 existe un libro de asentamiento de hermanos y esta cofradía a pesar de la prohibición de procesionar, participa en la procesión oficial acompañando a la cofradía del Caído y realizaba también a partir de la mitad del XIX la procesión gloriosa de Jesús Resucitado por las calles del barrio de Santa Marina.
Durante este periodo es tan masiva la afluencia de feligreses a las celebraciones de la Pascua que el Obispo Alburquerque prohíbe su celebración. A pesar de esta circunstacia la cofradía sigue su curso hasta finalmente extinguirse en los años 20 del Siglo XX, pero no obstante la procesión se sigue celebrando con gran esplendor.
En 1927 por parte del Marqués de Villaseca se impulsa su reorganización que vuelve a decaer durante la II República, y ya en los años 40 recobra el interés que va en aumento llegando a incorporarse en la Agrupación desde la creación de la misma.
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Antigua Imagen de Cristo Resucitado, hoy en la parroquia del Barrio de San Basilio. |
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Actual Imagen de Jesús de la Resurrección en su paso de misterio. |
Fuentes:
Web de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba.
Web Cordopedia
Web Wikipedia
Web Hermandad del Huerto de Córdoba
Web Hermandad del Cristo del Amor
Web Hermandad del Rescatado
Web Hermandad de la Vera-Cruz
Web Hermandad del Calvario
Web Hermandad del Nazareno
Web Hermandad de Jesús Caído
Web Hermandad del Cristo de la Caridad
Web Hermandad Virgen de los Dolores
Web Hermandad del Sepulcro
http://www.euskalnet.net/laviana/gen_bascas/trevilla.htm
http://basques.linh.es/items/show/799
http://bdh.bne.es/bnesearch/biblioteca/Trevilla,%20Pedro%20Antonio%20de%20la,%20Obispo%20de%20C3%B3rdoba;jsessionid=C2B5A942FEE8316CD7FD444694DF8424
https://www.unaventanadesdemadrid.com/otras-comunidades/catedral-mezquita-cordoba-vi.html
https://cordobacofradiera.wordpress.com/2017/03/19/la-vera-cruz-se-reecuentra-con-su-historia/
https://www.cofradiastv.es/2015/08/la-memoria-grafica-de-cordoba-hermandad.html
"Crónica de Córdoba y sus pueblos XXV" Ilustre Asociación Provincial de Cronistas Oficiales. Diputación de Córdoba, Departamento de ediciones y publicaciones. Córdoba 2019. Pág 121-138, JUAN GREGORIO NEVADO CALERO (Coordinador)
Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes núm 161 Enero-Diciembre2013. PEDRO PABLO HERRERA MESA. Pág 277-293
"Córdoba durante la Guerra de la Independencia 1808-1813" MIGUEL ÁNGEL ORTI BELMONTE. Córdoba 1930.
Hispania Sacra, vol 48 nº 97 (1996) "El Cabildo Catedralicio y el Episcopado Cordobés, del Antiguo al Nuevo Régimen (1789-1883) JOSÉ MARÍA GARCÍA-CUEVAS VENTURA pág 281-289